Cómo poner límites

En ocasiones los papás llegan a consulta con nosotros conscientes de que algo sucede con ellos y sobre todo con su hijo/a, quien se comporta de una manera agresiva, no obedece y, en los mejores casos, no está motivado para realizar las tareas escolares y/o los deberes de la casa.

Pero, ¿cuáles son las razones de todo esto? Bien, pueden ser muy variables, dependiendo de cada caso; sin embargo, hay algo que se puede hacer para poder enfrentar estas dificultades familiares.

Es por este hecho que el día de hoy hablaremos de los límites y cómo llevarlos a cabo. Para comenzar es necesario hablar de los beneficios que traen consigo establecerlos, ya que los niños necesitan los límites para estar protegidos ante peligros, son un modelo que los guía y evita consecuencias como ser adultos abusivos.

Existen 4 estilos parentales, los cuales son:

  • Autoritario: los padres con este estilo tienden a dar órdenes sin escuchar la opinión de su hijo/a, piden obediencia y disciplina en todo momento y el método para que se realice es por medio del castigo. Estos padres tienen poca o nula flexibilidad y escaso apoyo emocional.
  • Democrático: este estilo puede ser considerado como el ideal, ya que las normas son flexibles y acordes a la necesidad de su hijo/a, hay valores y afecto por parte de los padres, por lo que es un recurso que también se le enseña al niño/a. Hay responsabilidad parento-filial y la comunicación que se utiliza es la asertiva.
  • Negligente: no hay atención ni responsabilidad, se muestra una indiferencia y frialdad por parte de los padres hacia los hijos, los cuales pudieran no verlos como figura de autoridad.
  • Permisivo: no supervisan la conducta de su hijo/a, se muestran afectivos pero no enseñan restricciones; son muy flexibles y con falta de autoridad.

Las consecuencias de estos estilos parentales se clasifican en dos:

Los padres excesivamente autoritarios criarán hijos con baja autoestima, sumisos, miedosos, retraídos, poco participativos, no les será fácil expresar emociones y con gran posibilidad, serán padres autoritarios.

Por otra parte, los padres excesivamente sumisos criarán hijos déspotas, agresivos por lo que comúnmente pedirán atención por medio de berrinches, poco pacientes, escaso autocontrol, trayendo consigo problemas para relacionarse con los demás por el hecho de no acatar las reglas de los juegos.

Ahora bien, los métodos para poner límites son los siguientes:

  • La palabra “No” es muy importante y es responsabilidad de los padres enseñársela a sus hijos.
  • Cuando se les prohíba algo, es necesario comentarles las consecuencias de estas restricciones, lo que traerá como resultado un entendimiento por parte de ellos.
  • Reconocer que en algún momento su hijo/a hará berrinches y estar preparados para ellos, sobre todo en situaciones de peligro que hayan sido prohibidas.
  • Hay que ser coherentes: si se les prohibió algo es necesario ser perseverantes y poner castigos acordes a la edad y consecuencias negativas de sus actos.
  • Tener mayor autocontrol para evitar gritarles, pegarles o, por el contrario, sentir lástima por ellos.
  • Ser firmes, estar seguros de lo que se les está diciendo, tener paciencia y transmitir seriedad para que los niños puedan atender lo que se les está diciendo.
  • Darles una razón o explicación del por qué.
  • Al momento de establecer normas, tratar de disminuirlas a 3 o 4, siendo éstas las esenciales, y aumentarlas gradualmente.
  • Es muy importante no ceder ante peticiones irracionales o peligrosas.

 

Hay ciertas estrategias para llevar a cabo los métodos anteriores:

  • Premiar, elogiar y agradecer los logros que ha tenido su hijo, por medio de felicitaciones, pequeños regalos o permisos para hacer ciertas actividades.
  • Establecer rutinas para que se adapte con mayor facilidad a lo que se le pide.
  • Controlarse por medio de ejercicios de respiración.
  • Preguntarles sobre lo que les toca hacer en lugar de sólo darles órdenes.
  • Avisar las consecuencias de su mal comportamiento.
  • Darles a elegir el orden de 2 o 3 tareas que tienen que realizar.
  • Los niños se sentirán más motivados si se hace un calendario con las recompensas de sus acciones, ya que pueden saber visualmente sobre los frutos de su buena conducta.
  • Y, muy importante, los niños aprenden con el ejemplo; así que si a los padres no les gustaría que su hijo realizara alguna conducta, como comer en la habitación o decir malas palabras, es relevante que los mismos padres las eviten; así, ellos encontrarán la coherencia ante tales normas.

 

Recuerde que los padres que educan de la mejor manera posible a sus hijos, éstos serán el reflejo de lo transcendente que pueden ser sus acciones.

 

Neuropsicología

La Neuropsicología es una especialidad perteneciente al campo de las neurociencias, que estudia la relación entre los procesos mentales y conductuales y el cerebro. Constituye un punto de encuentro entre la psicología y la neurología.

Un Neuropsicólogo se ocupa entonces del diagnóstico y el tratamiento de aquellos problemas cognitivos, conductuales y emocionales que pueden ser resultado de diferentes procesos que afecten el normal funcionamiento cerebral.

¿Qué pacientes trabaja la neuropsicología?

Con mayor frecuencia tratan a pacientes con problemas neurológicos, que pueden incluir traumatismo de cráneo, accidente cerebro vascular, tumores cerebrales, enfermedades neurodegenerativas, como la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson, esclerosis múltiple, epilepsia, patologías del desarrollo como el autismo, etc. Todas estas patologías pueden cursar con alteraciones neuropsicológicas, presentando perfiles cognitivos relativamente característicos. Su detección es de suma importancia para encarar un tratamiento adecuado.

Otro grupo de consultantes lo constituyen los sujetos mayores, preocupados por sus problemas de memoria. En muchos de estos casos se trata simplemente de los cambios normales que acontecen en el sistema cognitivo producto del envejecimiento, pero en otros puede deberse a la presencia de un deterioro cognitivo leve, o a la fase inicial de una demencia.

La rehabilitación cognitiva es un método terapéutico destinado para mejorar o compensar los déficits neurocognitivos producidos por procesos que afectan el normal funcionamiento cerebral. Está indicado para aquellas personas que han sufrido cambios en su capacidad de recordar, concentrarse, pensar, hablar con fluidez, razonar, resolver problemas, organizarse, etc.

La evaluación neuropsicológica o neurocognitiva es un método diagnóstico que estudia el funcionamiento cerebral y permite al médico y a otros profesionales de la salud comprender cómo funcionan las diferentes áreas y sistemas del cerebro de un paciente a través de la medición de sus capacidades cognitivas. Habitualmente se recomienda la realización de dicha evaluación cuando existen síntomas o quejas relacionados con la memoria, la atención, el lenguaje o el razonamiento.

Una evaluación neuropsicológica típica implica la medición de los siguientes aspectos:

La capacidad intelectual general

El aprendizaje y la memoria

Las habilidades visoespaciales

El temperamento y la personalidad

El lenguaje

La atención y la concentración

Las destrezas de ejecución de alto nivel o funciones ejecutivas (por ej., secuenciación, razonamiento, resolución de problemas)

Algunas capacidades pueden estudiarse en mayor detalle que otras, dependiendo de las necesidades de cada paciente.